sábado, 7 de marzo de 2015

La gota de José

LA GOTA DE JOSÉ
Nada en la vida es perfecto, comentaba Juan. Fíjate Emi, le decía a su nieto Emilio; si analizas bien, en este pueblo nadie goza plenamente de su salud.
¿Cómo sabes eso abuelo? ¡Hombre! Exclamaba. Aquí todo el mundo se queja de cualquier molestia.  
Ayer por ejemplo, me encontré con José y me estuvo comentando sobre un dolor intenso en el dedo gordo del pie derecho que le impedía movilizarlo y presentaba una aureola rojiza, temperatura local alta e inflamación.
Le pregunté que si había ido donde el médico y me respondió positivamente. Sin pensarlo dos veces, le dije: seguramente te mandó a hacer exámenes de ácido úrico o te recetó pastillas de Alopurinol y de Colchicina.
¡Sorprendido! Emilio le pregunta a Juan ¿Por qué le aseguraste eso si tú no eres médico?  Juan lo mira con ternura y sonríe. Mi querido nieto, durante mi larga vida he estado atento a cosas que para otras personas pasan por desapercibidas; conduciéndome las mismas a consultar documentos y personas conocedoras del tema. Como verás, en el caso de José no dudo que tenga una enfermedad conocida como gota, llamada así precisamente porque empieza por el dedo gordo del pie acompañada por los otros síntomas que él me describió.
Emilio observa y escucha con mucha atención a su abuelo, trata de comprender lo dicho hasta ahora por Juan y, con prudencia le advierte nuevamente: abuelo usted no es médico, además no ha visto los exámenes y si los pudiera ver no sabría cómo interpretarlos. Juan se incorpora en su mecedora vieja como para mostrar una actitud más convincente hacia su nieto. Inmediatamente le afirma: en la vida la experiencia se obtiene por conocimientos repetitivos de las cosas y esas cosas van dejando señales que le permiten a uno reconocerlas. He visto a una familia completa cuyas labores eran el cultivo y comercialización de toda clase de productos cárnicos sufrir de gota, evidentemente porque su base alimenticia giraba alrededor de la carne de res, carnero y cerdo. Continuaba juan explicándole a Emilio que los medicamentos que le recomendaban después de un examen de ácido úrico eran los que él le mencionó a José. Tú tienes toda la razón al decir que no soy médico pero tampoco se necesita ser un erudito para saber ciertos aspectos de la vida…….. solo se necesita vivirlos con plenitud.

José luís estrada flórez


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